26 agosto 2021
- Hoy dejaré de lado, por un día, la situación del Cambio Climático y el mundo del coronavirus rezando por el pueblo de Afganistán, intentando con ello comprender, a diario y en estos últimos días, mucho más, el porqué de la situación en la que se ve inmersa su población desde hace más de dos décadas.
- Leo un artículo de The Economist sobre la actuación de los EEUU en el país, que me convence de que la estupidez humana no tiene límites. Aquí lo dejo:
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'THE ECONOMIST'
La derrota de Biden
El fracaso en Afganistán es un grave golpe a la posición de Estados Unidos
Biden insistió en que no pasará esta guerra a un quinto presidente, que no enviará a más jóvenes al campo de batalla.
23/08/2021 06:00
De preparar los propagandistas de los talibanes el guión del colapso de la misión estadounidense que ha intentado remodelar Afganistán en los últimos 20 años, no habrían dado con imágenes más espeluznantes.
Mientras los insurgentes irrumpían en Kabul, hemos visto a afganos desesperados, aterrorizados ante las atrocidades que podían cometer los victoriosos fanáticos, corriendo por la pista de despegue junto a aviones de carga estadounidenses para intentar aferrarse al tren de aterrizaje y acabar cayendo inevitablemente al vacío.
Imágenes espeluznantes
Los afganos desesperados se subían al tren de aterrizaje del avión y acababan cayendo al vacío
El gobierno afgano respaldado por Estados Unidos se había rendido sin luchar, algo que no iba a ocurrir según insistían apenas unos días antes los funcionarios estadounidenses. Los afganos se vieron abandonados en una situación tan espantosa que les pareció que su mejor opción era agarrarse a las ruedas de un avión que alzaba el vuelo.
Estados Unidos ha gastado en Afganistán 2 billones de dólares; se han perdido más de 2.000 vidas estadounidenses, por no mencionar las innumerables vidas afganas. A pesar de ello (y si bien los afganos son ahora más prósperos que cuando Estados Unidos invadió el país), Afganistán ha vuelto al punto de partida.
Los talibanes controlan más territorio que cuando perdieron el poder, están mejor armados porque se han apoderado de las armas entregadas por Estados Unidos al ejército afgano y han conseguido ahora la máxima afirmación: derrotar a una superpotencia.
Balance
Estados Unidos ha gastado en Afganistán 2 billones de dólares; se han perdido más de 2.000 vidas estadounidenses
Los insurgentes han hecho un alarde de magnanimidad prometiendo que no se vengarán de quienes trabajaron para el gobierno derrocado e insistir en que respetarán los derechos de las mujeres, dentro de su interpretación de la ley islámica.
Sin embargo, esa interpretación mantuvo a la mayoría de las niñas alejadas de la escuela y a la mayoría de las mujeres confinadas en sus casas cuando el grupo estuvo en el poder en la década de 1990. Los castigos brutales (flagelaciones, amputaciones, lapidaciones) fueron entonces habituales.
Se han esfumado las libertades que los afganos urbanos han dado por sentadas durante los últimos 20 años. Se trata de un resultado atroz para los 39 millones de afganos y profundamente perjudicial para Estados Unidos.
No es sorprendente que Estados Unidos haya fracasado en su intento de convertir a Afganistán en una democracia. La reconstrucción nacional es una tarea difícil, y pocos imaginaban que el país pudiera convertirse en una Suiza. Tampoco era descabellado que el presidente estadounidense Joe Biden quisiera poner fin al conflicto.
Estados Unidos ha permanecido 20 años en un lugar de escasa importancia estratégica que hace tiempo que dejó de importar a la mayoría de los votantes estadounidenses. La razón inicial de la invasión (desmantelar la principal base de operaciones de Al Qaeda) se logró en gran medida, aunque ahora ese logro podría revertirse.
Talibanes de patrulla en Kandahar, en el día de la fiesta nacional - REUTERS
La afirmación de que Estados Unidos se muestra como un aliado inconstante porque permite la caída del gobierno afgano resulta también exagerada, dada la duración, la magnitud y el gasto del despliegue estadounidense. El difunto régimen de Kabul no era un aliado como lo son Alemania o Japón. Era mucho más débil, más corrupto y dependía por completo de Estados Unidos para su supervivencia.
Ahora bien, nada de eso exime a Estados Unidos de la responsabilidad de retirarse de forma ordenada. Biden no ha mostrado la menor preocupación por el bienestar de los afganos de a pie. La paradoja es que Estados Unidos tenía un plan para hacer justamente eso y llevaba varios años preparándolo.
La paradoja
Estados Unidos tenía un plan que llevaba varios años preparándolo y empezó con la reducción de las tropas
Había reducido enormemente la cantidad de tropas desplegadas, de unos 100.000 soldados en 2011 a menos de 10.000 en 2017, que todavía permanecían junto con un número similar de procedente de otros países de la OTAN.
No se suponía que debían derrotar a los talibanes, sino evitar el colapso del ejército afgano (en gran parte mediante la superioridad aérea) y obligar de ese modo a los talibanes a sentarse a la mesa de negociaciones.
Los defensores de Biden arguyen que su predecesor, Donald Trump, ya había echado por tierra ese plan queriendo concluirlo a toda prisa antes de las elecciones presidenciales del año pasado.
Es cierto que Trump tenía tantas ganas de llegar a un acuerdo rápido que aceptó condiciones absurdas; acordó finalizar el despliegue estadounidense sin ni siquiera asegurar un alto el fuego, por no hablar de la inexistencia de un plan claro para poner fin a la guerra civil.
Cuando Biden tomó posesión de su cargo, Trump ya había reducido la presencia estadounidense a poco más de 2.000 soldados y prometido retirar el resto antes del 1 de mayo. En realidad, Biden no tenía que atenerse a ese acuerdo. De hecho, no lo hizo del todo y se negó a cumplir el calendario original.
Resultó evidente que los talibanes no cumplían su parte del trato y aprovechaban la ventaja en el campo de batalla en lugar de negociar de buena fe con el gobierno afgano. Eso podría haber sido motivo para detener o revertir la retirada estadounidense.
La sombra de Saigón sobrevoló la embajada de EE.UU. en Kabul, con repetidos vuelos de helicóptero - Rahmat Gul / AP
Poca era en Estados Unidos la presión política para concluir de forma rápida la guerra. Sin embargo, Biden estaba trabajando con un plazo propio, arbitrario y poco serio, que pretendía poner fin a la guerra en el vigésimo aniversario del 11-S.
La velocidad de la implosión del gobierno afgano nos ha sorprendido a la mayoría de los observadores, pero fueron los soldados y políticos estadounidenses quienes estuvieron entre los más ingenuamente optimistas al insistir en lo remoto de la posibilidad de un colapso total. Y, cuando quedó claro que el ejército afgano se desmoronaba, Biden siguió adelante de modo intransigente, a pesar de las probables consecuencias.
De resultas, el poder de Estados Unidos para disuadir a sus enemigos y tranquilizar a sus amigos ha disminuido. La inteligencia ha sido defectuosa, la planificación rígida, los dirigentes veleidosos y la preocupación por los aliados mínima.
Estados Unidos
La inteligencia ha sido defectuosa, la planificación rígida, los dirigentes veleidosos y la preocupación por los aliados mínima
Es probable que eso envalentone a los yihadistas de todo el mundo, que interpretarán la victoria de los talibanes como una señal de que Dios está de su lado. También alentará el aventurerismo por parte de gobiernos hostiles como el de Rusia o China y preocupará a los amigos de Estados Unidos.
Biden ha defendido la retirada argumentando que Afganistán suponía una distracción de problemas más urgentes, como la rivalidad de Estados Unidos con China. No obstante, al abandonar Afganistán de forma tan caótica, Biden habrá logrado que esos otros problemas sean más difíciles de abordar.
La caótica retirada no reduce la obligación de Estados Unidos y sus aliados con los afganos de a pie, sino que la aumenta. Deberían utilizar la influencia que aún poseen para instar a la moderación a los talibanes, especialmente en su trato a las mujeres. Los desplazados necesitarán ayuda humanitaria.
Los yihadistas
Interpretarán la victoria de los talibanes como una señal de que Dios está de su lado
Los países occidentales también deberán admitir a más refugiados afganos, cuyas filas probablemente aumentarán, y proporcionar una generosa ayuda a los vecinos de Afganistán para que se hagan cargo de los que se permanezcan en la región.
Las prisas de los dirigentes europeos por declarar que no pueden acoger a muchos afganos perseguidos mientras los violentos fanáticos se hacen con el control son casi tan lamentables como la chapucera salida de estadounidense. Es demasiado tarde para salvar a Afganistán, pero aún hay tiempo para ayudar a su pueblo.
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De The Economist, traducido para La Vanguardia, publicado bajo licencia. El artículo original, en inglés, puede consultarse en www.economist.com.
Traducción: Juan Gabriel López Guix
Es una pena lo que pasa en Afganistán. Te mando un beso
ResponderEliminarLa estupidez humana en su máxima expresión, Judit.
EliminarBesos